Aplausos

 

Aplauden. Ahí afuera aplauden. Todos los días, a la misma hora. Sus aplausos se oyen a lo largo de toda la calle. Salen a los balcones, ventanas, puertas, azoteas, terrazas…

Los tienen confinados. Ya no salen. O lo hacen menos de lo que lo hacían antes.

Creo que tienen miedo. Creo que han decidido tomar las riendas y perder de su libertad.

Pero cuando los oigo, me viene un estremecimiento, algo que me dice que estoy equivocado. Que no es miedo, es valentía.

Es que se quedan para poder vivir, para poder dar vida.

Aplauden de nuevo, ya es la hora. Y yo, que soy ajeno a todo, siento aun en mi la emoción que sus manos reflejan. La de un día menos. La del recuerdo en la distancia. Los besos a través de las pantallas. Las caricias guardadas.

Viven tiempos nunca vistos, y lo hacen voluntariosos, como si dentro de estas cuatro paredes apretaran fuerte las manos para hacer que el tiempo corra mas rápido.

Han perdido a muchos. No los lloran en publico ya.

Lo hacen por los millones que aún viven.

Se oye una consigna: quédate en casa, quédate en casa. La repiten constantemente por cualquier medio. Y se lo dicen a si mismo, como haciéndose recordar el motivo de su confinamiento.

Aunque les esté costando su paz interior, no salen. Aunque hayan tenido que reprogramar, o programar de mas, su día a día, no salen. Aunque vivan sin vivir, no salen. Aunque se oigan respirar profundamente mas de una vez, no salen.

Libran una guerra como la peor, para cual no hay armas visibles.

Es mas una batalla de fondo.

Es una resistencia.

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